miércoles, 10 de abril de 2013

 - Te amo - le dijo Buttercup -. Sé que esto debe resultarte sorprendente, puesto que lo único que he hecho siempre ha sido mofarme de ti, degradarte y provocarte, pero llevo ya varias horas amándote, y con cada segundo que pasa, te amo más. Hace una hora, creí que te amaba más de lo que ninguna mujer ha amado nunca a un hombre, pero media hora más tarde, supe que lo que había sentido entonces no era nada comparado con lo que sentí después. Mas al cabo de diez minutos, comprendí que mi amor anterior era un charco comparado con el mar embravecido antes de la tempestad. A eso se parecen tus ojos, ¿lo sabías? Pues sí. ¿Cuántos minutos hace de eso? ¿Veinte? ¿Serían mis sentimientos tan encendidos entonces? No importa. [...] Ahora te amo más que hace veinte minutos, tanto que no existe comparación posible. Te amo mucho más en este momento que cuando abriste la puerta de tu choza. En mi cuerpo no hay sitio más que para ti. Mis brazos te aman, mis orejas te adoran, mis rodillas tiemblan de ciego afecto. Mi mente te suplica que le pideas algo para que pueda obedecerte. ¿Quieres que te siga para el resto de tus días? Lo haré. ¿Quieres que me arrastre? Me arrastraré. Por ti me quedaré callada, por ti cantaré, y si tienes hambre, deja que te traiga comida, y si tienes sed y sólo el vino árabe puede saciarla, iré a Arabia aunque esté en el otro confín del mundo, y te traeré una botella para el almuerzo. Si hay algo que pueda hacer por ti, lo haré; y si hay algo que no sepa, lo aprenderé. 

- La Princesa Prometida - William  Goldman